miércoles, 23 de mayo de 2012

¿Qué soy ahora?


Me he convertido en el villano del pueblo dónde aprendí a creer. Una vez héroe creí ser, mas he caído en cuenta que me equivoqué. Pétalos arranqué por docenas, lágrimas saqué de los dulces rostros de las doncellas. ¿Qué sentimiento tan vil podrá tener mi corazón a ser tan vano, cruel, como para realizar dichos actos que deshonran a una persona? ¿Qué ocurre con mi inocencia? ¿Acaso habré perdido mi luminosidad? Me he vuelto ese algo que me hacía pasar mucho pesar.
¿Qué culpa tienen aquellos que han sufrido gracias a mi su desdicha? ¿A algunos traté de ayudar, aunque no supe cómo? A otros ayudé, y simplemente recuerdan la mancha que ensucia la hoja. No soy libre de tal acusación. Reconozco mi culpabilidad, a pesar que está no sirva nada mas que para amedrentar mi ser por la repercusión de mis fallas en alguien más. He fallado mucho. Es una de las pocas cosas que sé con claridad. ¿Qué peor condena que la que uno mismo se imparte? Es parecido a atarme con cadenas los tobillos y las muñecas, mientras comienzo a arrastrarlas conmigo hacia un desierto caluroso, sin un oasis al que pueda descansar. Ese dolor me hará reflexionar sobre mis acciones, sobre las consecuencias que traen estas consigo. “Traté de hacer lo mejor” no es una frase que tenga sentido en este instante. De hecho se escucha como falta de algo. Da a entender un vacío. Ese que poseo en estos momentos.
Mis ojos son golpeados por lágrimas que están aprisionadas detrás de mis pensamientos. El intento de hacerle mejor la vida a alguien no fructificó, se pudrió, como lo estoy haciendo yo.

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