jueves, 25 de diciembre de 2014

La ironía de la palabra está en que se la puede malinterpretar como una imagen; por eso no confió en ellas. Ni en las mías, ni en las ajenas. Todas se distorsionan, cambian a través del tiempo, región, o su tergiversación por las invasiones o diasporas que la tierra ha sobrellevado. La inestablidad trasciende, tanto que posiblemente en un par de siglos, alguien necesitará estudiar para entender este lenguaje. Lo que no comprendo es como se le puede encontrar belleza a estos fonemas, si son un material para que nuestra memoria asocie ese algo, para que deje de ser una imagen o una abstracción. Es cierto que en la música se ha creado la escritura, para que los sonidos queden grabados sin sufrir tanta alteración; pero al menos, no se necesita conocer dicha escritura para desempeñarlo. Se la siente en las vibraciones que emana, mientras, crea un nuevo entorno con la misma espontaneidad con la que todo ser vivo se convierte en un inmortal en alguien más.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Soledad

No estoy solo. Existen más personas que se acompañan del firmamento al igual que yo. No las conoceré, no a todas, y a las pocas, nunca alcanzo a decirles adiós; se diluyen en las nubes que soñamos; de a poco paulatinamente, me dejan encima de un cielo nublado, en la banca vacía de alguna parte. A menudo, en aquel lugar, mi novia "soledad" me recuesta con un arrullo, me susurra con voz angelical: "Estas tan solo, como lo están las estrellas".

domingo, 9 de febrero de 2014

La suerte de ser un pez

Ser un pez en un mundo de gaviotas no es agradable. Esto de subir a tomar oxígeno sigiliosamente no es mas que un eufemismo de vida. Divisar que aquel volátil animal no me cercene con su pico. Enfrentar a enormes depredadores en un mar en el que todos quedamos pequeños, absurdamente minúsculos debajo de las resplandecientes estrellas que suelen atrapar consigo a la noche. Tomar bocanadas de aire paulatinamente sin importar como luzca el horizonte;  con la vaga dignidad de no ser atrapado por aquel ave que ronda en la superficie, esperando por un cadáver aún no desfallecido. En el firmamento de esta, en todo su esplendor, yace el castigo de carecer de alas, de tener unas miseras escamas y una cola, con la que no se puede ir más allá de este "glorioso" mar. Aterrorizado por la ironía de que el hermoso sol es malévolo, a pesar de su estruendoso atuendo llamativo; revela mi presencia ante cualquier posible amenaza. ¿Cómo dejar de lado esta paradoja? El sol es vida, pero para mi, es una despiadada mentira. ¿Acaso me engendra para exponerme en una muerte cruel a manos de un despiadado ser? Me da más depredadores en los cielos, en la tierra, en el mar ¿Estos no son suficientes para el basto océano? Si tan solo me dijeras que sería el reemplazo del viento, ahí te dejaría mis aletas.