Las dulces anécdotas se agotaron de inventar cuentos. La hoja se secó, mientras el frasco de tinta tiene mucho más que contar. La libreta de apuntes se extravió en una de esas caminatas entre la multitud; en ellas disimulo un poco mi falta de existencia. Los guiones se vararon en las nubes nocturnas que adornan el cielo plagado de humo. Los pasos se tropiezan con las sombras que decoran la vereda. El paisaje cambia y cambia ;sin que este deje colocarme bien el disfraz sin antifaz. Los personajes siguen siendo iguales. Todos extraños. Un guerrero, un soldado, un bombero y un mendigo. Extraviados como un narrador sin voz. Emiten palabras que obtiene la atención de nadie. Buscan el camino de regreso hacia un lugar desconocido. Se tratan de guiar por señales que los lleva hacia ninguna parte. Ahora la mayoría de ellos se han convertido en náufragos. Perdiendo la calma por no hallar la ruta. El mendigo se les acerca y les pregunta: Porque sufrir por no alcanzar lo imposible, en vez de disfrutar de lo que es posible? Porque sufrir por volver hacia ninguna parte? tal vez ese sea su hogar como el mío. Yo fui alguna vez un hombre, después de perder mis riquezas me convertí en un sabio, y comprendí que fui liberado de esa esclavitud mental. Pertenecer a ningún sitio es más interesante, porque puedes seguir descubriendo otros. Nos tocó ser distintos a los demás; eso no quiere decir que sea malo. Al contrario, es posible que seamos más aptos para enfrentarnos a retos más complicados. Estoy seguro de que algo quiere decir el estar vivo, no sé que sea, pero espero tener el tiempo suficiente para valorarlo antes que deje de estarlo.
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