Y cuando todo se vuelve más vacío que el tiempo. Las artes se diluyen en una miseria, se transforma en algo insignificante, triste y redundante. Ni las más dulces voces sacian al oído, ni los más bellos paisajes encantan a los otros sentidos. El aire asfixia, la sangre estorba, el corazón incomoda y el cerebro esta de sobra. Lo único que sigue siendo mi fiel compañero el Sueño. Me visita cuando recuesto mi cabeza sobre la almohada, da pasos con sosiego, se aproxima hacia mi como una ave silenciosa, no incomoda; incluso a su victima la trata con delicadeza mientras le arrebata parte de su realidad.
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