sábado, 17 de septiembre de 2011

El crepúsculo

En esta tenebrosa noche alcanzo a ver el esplendor de la luna. Los monumentos cobran vida en una bruma desorientada. El viento suspira súbitamente en destellos cortos del tiempo. Tan serena y fría es la noche. Tan oscuro y fúnebre son sus cantos. En su tumba, las flores comparten los llantos de los encantos marchitos. En el cielo, los cuervos cantan el réquiem de las temporadas otoñales. Los rezagados diambulan sin conocer un norte. Su brújula son las estrellas. Su destino es el horizonte. Sus huellas son barridas por las calles que gritan fervozantemente con una voz silenciosa. Esta agoniza en cada respiro. Brota entre los pasos que las hojas arrastran consigo. El paisaje se torna inaudito. Las luces comienzan a formar siluetas de lo inmundo, repudiado y desconocido. Los valles de flores secas se reproducen con cada gota que es mezquinada por los hombres sin rostro.

Los rios de arena abundan en los relojes de cristal. Las tormentas estan enjauladas dentro del mar. Cuerpo sin alma, cuerpo sin corazón. Maldita sea tu desdicha que habita en esta desolación. Maldito seas tu por haber sentido alguna vez ese capricho intolerable. El de soñar el paraiso y vivir sin haber existido.

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