jueves, 6 de septiembre de 2012

Cuento


En una época dónde la lluvia era abundante como las estrellas. Debajo de ellas cerca de una granja habitaba Ernesto. ¿Quién es este tipo se preguntarán? El era un espantapájaros hecho con retazos de cadáveres de aves que mueren cerca de los cultivos. Su piel estaba hecha de las plumas de las aves que él digería diariamente. Su rostro era humano, tenía una mirada profunda en la que se ahogaban las estrellas en sus noches de juerga. Su tamaño era el de un poco más grande que la de un hombre promedio. Sus amigos por lo general era gente viajera que arrastraba su equipaje a la carretera en busca de sí mismos o de escapar de su propio reflejo. Como suele pasar con este tipo de amistades; son esporádicas. Son como un libro que lees en alguna parada de autobús; cortos, pero muy provechoso para alguien que busca hacer que su imaginación tenga algo de diversión. ¿De dónde viene aquel monstruo, ser o como quieran llamarlo?
Por lo menos eso era lo que el creía. Porque él era el producto de la imaginación de un hombre sin rostro. El cada noche cazaba cuervos; no por diversión, sino porque estos venían a interrumpir su sueño. Estos tenían diferentes caras y colores. Tenían caras de escritores como Edgar Allan Poe, Julio Verne y Ernest Hemingway.
El era alguien de edad (aproximadamente 60 años) Su estatura era promedio va a la cocina por un café.

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