miércoles, 23 de marzo de 2011

Lágrimas

Las horas van marchitando poco a poco a paso lento, las gotas que salen del alma, gotas transparentes como el vidrio, se escapan, ellas quieren volver al olvido. Su deseo es fidedigno, huir es parte de su destino. Una por una se desatan de la prisión que las encierra. Su anhelo de libertad llega a ser su propia condena. Las cadenas fueron impuestas por ellas, conociendo sus consecuencias, se aferraron a vestirlas por dentro y por fuera, para estar seguras de que las ataduras no se deshagan con facilidad. ¡Oh gotas, porque queréis escapar de mi!, que les he hecho para que su estancia no perdure, ¡Díganme, por favor! Se los suplico. Quédense conmigo hasta mi deceso, ahí serán libres se los prometo. Ustedes son parte de mi, como yo soy parte de este planeta. No se extingan, busquen otra forma de salir, si es que no desean acompañarme hasta el final. Las entenderé, no las juzgaré si deseáis independizarse de mi. Si ya no quieren estar dentro. Su voluntad para algunos es esquiva, y que para los demás es maldita, por el hecho de las situaciones que tienen que vivir, todos ellos tienen miedo de sufrir. Comprendo los miedos, todavía los poseo. El anhelo de sentirse desatado espero que nunca desvanezca. Ella es parte de lo que visualizo como parte de la felicidad. Así que amigas de la lluvia las dejaré libres si ese es vuestro deseo. Cuando alcancen el cielo, no se olviden de sembrar un árbol antes de que se las lleve el viento.

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